Un aporte de matrinidad, escaneado por él mismo, los 5 números de Robo Hunter que sacó en su momento Ediciones Zinco.
No se tienen noticias de los colonos que, años atrás, emigraron a Verdus, planeta acondicionado por los robots para la vida humana. Sam Slade, detective y cazador de robots, es enviado allí para investigar qué fue lo que ocurrió.
Sam Slade es un veterano cazador de robots, alguien a quien llamar cuando violan su programación. En sus propias palabras: “Los robots estaban programados para no fallar, pero siempre lo hacían. Lo sé porque he dedicado cuarenta años de mi vida a capturarlos. Era largo tiempo y yo sabía que uno de aquellos monstruos acabaría por aplastarme”. Ahí, en tres breves frases, tenemos la esencia de Sam Slade, a la que habría que añadir cierto sentido del humor socarrón. El típico detective privado popularizado por la obra de Raymond Chandler o Dashiell Hammett (nótese el homenaje a su personaje Sam Spade), con un toque punk y una estética a medio camino entre Humphrey Bogart y Han Solo. Respecto a su personalidad, digamos que se adelantó por unos años al gran John McClane.
Cierto día, recibe en su despacho la visita de dos tipos que le ofrecen el mayor trabajo de su vida.
Unos años antes se había enviado la primera nave colonizadora a un lejano sistema estelar con un planeta apto para la vida. Como por aquel entonces los seres humanos no podía resistir el salto hiperlumínico, el único ocupante de la astronave era un robot, SJ-1, encargado de construir en Verdus (así se llama el planeta) un paraíso para los humanos. Décadas después, cuando ya se ha solucionado el problema del transporte, se recibe el mensaje de que los robots han concluido su labor y están preparados para recibir a sus amos… pero nave tras nave de colonos rompe el contacto apenas tomar tierra, y los promotores del proyecto empiezan a sospechar que algo ha podido ir mal con los robots.
Ante la promesa segura de una bala en el cráneo, opción que es marginalmente más peligrosa que viajar hasta un planeta ocupado por entero por robots rebeldes, Sam accede a viajar a Verdus, iniciándose así una aventura frenética y desquiciada a partes iguales, acompañado por Cutie, su robometro con voz de rubia tonta, y el Chico, un joven piloto con más ego que sentido común al que “presentan” voluntario para la misión. Lo que no le habían dicho sus contratistas era que un cazador de robots viejo no les era de mucha utilidad, así que sabotean el blindaje de la nave espacial que lo lleva hasta su destino, de forma que (si sobrevive) rejuvenezca treinta años. El truco funciona, dejándolo en los veintitantos, claro que el piloto es mucho más joven, así que ha retrocedido hasta ser un bebé de pocos meses, aunque, como descubre Sam bien pronto, con toda la (supuesta) inteligencia y la mala leche del original. En éstas, llegan al planeta, las puertas se abren y contemplan el nuevo mundo, un auténtico paraíso ultrarrobotizado, diseñado hasta el último detalle para complacer a los humanos, con la salvedad de que los robots de Verdus no tienen una idea muy clara de lo que es un ser humano. En pocas palabras, Verdus es un manicomio.
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Idioma: Español.
Editorial:
Ediciones Zinco
Año:
1985
Guion:
John Wagner
Dibujo:
Ian Gibson, José Ferrer
Escaneador:
matrinidad (HTAL)
Archivos:
1 (5 números)
Formato: CBR.
Tamaño: 121 MB
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